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CONFESIONES DE FIN DE SIGLO: HEY, JEFE!

Claro, poh!, el hombrecito de la familia. Y mi madrina, una gorda de 120 kilos, cual Doña Treme, como salida de una película de terror me decía: "Estudie mijito, pa' que sea jefe". Jefe de qué o de quién , me pregunto yo, si todo el mundo quiere ser jefe, incluso hay jefes de jefes. No sé si estudié como tonto 12 años o es que los 12 años me pusieron tonto.

Lo único que recuerdo es que después de las travesías en las escuelitas de cartón y fonolas y los liceos con régimen carcelario, rendí una tal P.A.A que me dió un puntaje tan escueto que sólo me permitió postular a la Oficina de Colocaciones de la Muni, donde lo más promisorio era hacerle a la costura. Así, la Medicina, la Ingeniería, la Abogacía me fueron relegando a las tinieblas de una profesión que todos saben cómo comienza, pero nadie sabe cómo termina.

Pero, por suerte, puedo ser jefe, sin corbata, con chaqueta comprada en la americana y con los pantalones de lino de mi tata. Soy jefe, pero jefe de pobres, y el día que supere la pobreza me voy a la cresta y después le echo la culpa a la inmensa de mi madrina, a mi mamá que no me alimentó con leche materna sino con esa lavaza del consultorio llamada "Purita", y a la profesora con bigotes que al 1 le decía "palito" y al cero, "pelota"....